De acuerdo con datos de la Agencia Internacional de Energía (AIE), la capacidad a nivel mundial de energía renovable avanzó un 45% en 2020, la mayor tasa de aumento anual que ha tenido desde 1999.
La nueva normalidad que comenzó en 2020, y que continuará consolidándose en 2021 y 2022, podría dar pie a más expansiones de capacidad de este tipo de energías, tomando en cuenta que también se necesita cerrar la brecha entre las emisiones de los combustibles fósiles y los niveles más bajos requeridos para cumplir con el Acuerdo de París.
Según el informe de la AIE, la energía renovable fue la única cuya demanda creció durante el año pasado, mientras que el consumo de los combustibles fósiles cayó, debido en buena parte a la crisis del sector energético.
Este incremento se debió mayoritariamente a las inversiones que China realizó, las cuales representaron 50% del crecimiento global, seguida de Estados Unidos y algunas regiones de Europa.
Los pronósticos del informe señalan que este crecimiento puede acelerarse en 2021, especialmente en las energías que llevan la delantera hasta ahora: eólica, hidroeléctrica y solar fotovoltaica.
Para mantener ese panorama favorable, hay que superar algunos retos.
Todavía existe una brecha entre las emisiones derivadas del consumo de combustibles fósiles y los niveles bajos que son requeridos para cumplir con el Acuerdo de París. En este caso, una expansión masiva de electricidad limpia es necesaria para alcanzar los objetivos.
Mantener las políticas y programas de ayuda a favor de la energía renovable también es fundamental para afianzar su crecimiento y contribuir a una descarbonización más rápida.
“En 2025, las renovables están destinadas a convertirse en la mayor fuente de generación eléctrica en el mundo y poner fin a cinco décadas del carbón como primer proveedor”, afirmó la AIE.
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