En abril pasado, la Asociación Mexicana de Instituciones de Seguros (AMIS) informó que 41% del territorio nacional, así como 31% de la población, están expuestos a huracanes, tormentas, terremotos y erupciones volcánicas, esto significa que el 30% del Producto Interno Bruto sea vulnerable a tres o más riesgos catastróficos, mientras que 71% está en riesgo de sufrir por dos fenómenos de la naturaleza.
Sumado a lo anterior, las cifras de AMIS arrojan que únicamente 4.5% de las viviendas del país cuenta con un seguro de hogar sin estar vinculado al crédito hipotecario, lo que ofrece una oportunidad para el sector asegurador para alertar sobre los daños al patrimonio que pueden representar las afectaciones por las lluvias, mediante campañas informativas que incluyan tabuladores, de acuerdo al tamaño de la vivienda, su ubicación y las condiciones en las que se encuentra.
Además de los bienes patrimoniales, también se encuentran aquellos activos empresariales que representan un monto significativo para los negocios en México, mismos que se encuentran expuestos a los mismos riesgos ambientales que una vivienda.
No se descarta la colaboración de entidades gubernamentales pues, los países que cuentan con una mejor cobertura de riesgos se recuperan más rápidamente del impacto financiero que representan los desastres naturales, mientras que las pérdidas no aseguradas son las causantes de importantes costes económicos y sociales.
La industria debe determinar los diferentes tipos de productos que ofrecerá, los montos de la inversión para una prima variarán de acuerdo con las necesidades de los clientes, sin embargo, deben adaptarse como trajes hechos a la medida. En este sentido, algunas compañías manejan diferentes esquemas de precios, los más básicos van desde 1,600 pesos netos anuales.
Fuente: El Economista