Los desastres naturales a lo largo de la historia de la humanidad han dejado muchas pérdidas materiales; sin embargo durante los sismos de septiembre el sector asegurador en México reafirmó que cuenta con los suficientes recursos para hacer frente a las contingencias medidas en cada rubro.
Lo anterior para que los usuarios tengan la certeza de que se cumplirá con los compromisos pactados en su póliza a pesar de que sean millones de pesos los que se tengan que cubrir por estas tragedias. Pero ¿quién está detrás de las compañías de seguros? ¿Pierden o también ceden sus exposiciones por medio de una transferencia de riesgo?
Primero debemos entender al seguro como la necesidad de una persona física o moral por trasferir una exposición ante una eventualidad, la cual deriva de los peligros a los que se está expuesto como un desastre natural, un accidente automovilístico, una enfermedad o incluso el fallecimiento; dicha eventualidad se transformará en una pérdida económica para el asegurado.
Esta pérdida económica la asume una tercera persona moral llamada: compañía de seguros. Y para que las aseguradoras compartan este nivel tan alto de riesgo que han asumido cuenta con el respaldo de las reaseguradoras, que son quienes las apoyan para enfrentar cualquier tipo de desviación que no deseen asumir, tal es el caso de catástrofes naturales, ya que estás pueden ocurrir en múltiples ocasiones causando daños incalculables.
Por ejemplo, en el 2014 se registraron 980 eventos catastróficos en el mapa mundial, entre ellos el huracán Odile en México. Las reaseguradoras absorbieron junto con las compañías de seguros los 1.5 billones de dólares de los daños causados por estos eventos que incluyen geofísicos como terremotos, meteorológicos como tormentas tropicales, hidrometeorológicos como inundaciones y climatológicos como sequias.
Y para resaltar la importancia del reaseguro, podemos mencionar que durante el terremoto que afectó a Japón en 2011 respaldó al sector asegurador absorbiendo el 40% de las pérdidas que generó tal desastre y para el que sacudió a Chile en 2010, el reaseguro aportó el 95% de las indemnizaciones.
Entre los anteriores eventos catastróficos sumados a los terremotos de Tailandia y Nueva Zelanda del 2011 y el huracán Sandy en 2012, el reaseguro concentró el 31.92% de las grandes pérdidas que generaron todos estos siniestros, los cuáles son considerados dentro de los mayores desastres a los que se ha enfrentado el mundo.