Hoy más que nunca, la crisis significa transformación. Las empresas se encontraban desprevenidas ante la actual contingencia sanitaria que tiene en confinamiento a la población y que ha dañado gravemente la economía mundial.
Dentro de la incertidumbre existe una imagen clara: el sector de seguros tiene que continuar garantizando el bienestar social, acoplarse con agilidad ante la coyuntura y mejorar sus procesos, al mismo tiempo que se enfrenta a riesgos como el nerviosismo de los clientes, la volatilidad y los esquemas de fraude.
Frente a este panorama, hay dos aspectos clave para sacar adelante al sector: la adopción tecnológica y el contacto cercano con la cartera de clientes.
El COVID-19 ha evidenciado que la adopción digital no es una simple ventaja competitiva, sino una necesidad de negocio.
Las medidas de “sana distancia” han conseguido que las empresas, grandes y pequeñas, implementen sistemas digitales para seguir con las operaciones a distancia, automatizar procesos e incluso cambiar su forma de analizar el perfil de un posible cliente.
Las empresas fintech han llevado la delantera, puesto que su core tecnológico facilitó su adaptación al nuevo entorno. Los clientes, especialmente a las MiPyMES, las han visto como una solución efectiva para conseguir liquidez en esta contingencia.
La misma Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV) anunció la posibilidad de emitir autorizaciones expeditas o condicionadas a las fintech, que contribuyeran mayormente a la mitigación de los efectos económicos del COVID-19.
Tener flexibilidad y adoptar herramientas tecnológicas son, asimismo, una protección ante el fraude, ya que las épocas de crisis incrementan la vulnerabilidad de las aseguradoras, particularmente si su respuesta es lenta y si bajan la guardia en sus medidas de control.
Otra ventana para el fraude es la inquietud de los clientes, tal como señaló Galo Mancheno, CEO de Sweaden, en el webinar “Aseguradoras y fraude en tiempos de crisis”.
Por ello, las compañías de seguros tienen que establecer una comunicación más cercana para resolver las dudas de los clientes y brindarles tranquilidad, así como aprovechar la omnicanalidad para responder a sus demandas y ampliar los horarios de atención en este lapso.
Si bien el sector asegurador no puede predecir la conducta futura de los clientes, sí debe transformar sus estructuras, utilizar la tecnología para reaccionar en tiempo real y aprender a no dar una normalidad por sentado.