AUTOR: Javier Rodríguez Labastida | GENERO: Nota Informativa |
FUENTE: Alto Nivel | PÁGINA: 30-31 |
martes, 10 de octubre de 2017 |
El costo de los sismos del 7 y 17 de septiembre está por conocerse, en espera del censo que se levante; pero se espera que sea mayor que el del terremoto de 1985, ya que en esta ocasión no solo fue Ciudad de México.
100 años en el país, con un saldo de 110,000 inmuebles dañados en Oaxaca y Chiapas; y el segundo de 7.1, que provocó la muerte de más de 300 personas, la mayoría en Ciudad de México, Morelos y Puebla- enfrentan ahora la difícil tarea de la reconstrucción. En números habrá dos fenómenos, de acuerdo con diversos analistas económicos. Por un lado, un cierre negativo derivado del golpe a los estados afectados, que en conjunto representan el 28.5% del Producto Interno Bruto (PIB) nacional.
Tan solo en Ciudad de México, una semana después del sismo del 19 de septiembre, la actividad turística (una de las más relevantes del país) se redujo en casi 35%; lo mismo ocurrió en Oaxaca y Chiapas, entidades que dependen mucho de esta actividad.
La «réplica» económica del temblor tendrá su efecto hacia finales de año, pero las labores de reconstrucción representan una gran oportunidad para enderezar el barco.
La Dirección de Estudios Económicos de Citibanamex pronostica que el impacto económico negativo será de un 0.4% en el último trimestre, lo que representa el 0.1% anual.
El segundo fenómeno será un golpe hacia arriba, el cual se verá a principios del próximo año, con la reconstrucción de los miles de viviendas que se perdieron durante el terremoto y que impulsarán el sector de la construcción en los estados más afectados, con empleo y obras.
El gobierno federal cuenta con diversos recursos para enfrentar los desastres naturales, entre ellos un bono catastrófico por 360 millones de dólares (mdd), emitido por el Banco Mundial y el Fondo de Desastres Naturales (Fonden), de 6,036 millones de pesos (mdp), además de los recursos para contingencias con los que cuentan los gobiernos locales.
«Consideramos que una pronta respuesta de los gobiernos federal y local de las zonas afectadas será clave para llevar a cabo las tareas de reconstrucción, con el fin de lograr una recuperación sostenible que incluya la reconstrucción de vivienda dañada, obra pública y empresas afectadas», declara en un reporte el banco Bx+.
El costo del terremoto de 1985 fue de aproximadamente 4,000 mdd (alrededor de 57,000 mdp traídos a valor actual).
Sin duda, es el desastre natural que más le ha costado al país y que, encima, llegó en un momento en el que el gobierno -sexenio de Miguel de Madrid Hurtado- estaba en el ojo del huracán por la deuda pública. Después sería duramente criticado por su pasividad ante dicho desastre.
Hace 32 años, la entidad más afectada por los sismos fue Ciudad de México, en donde se cayeron 6,000 construcciones. De ellas, 65% eran casas; 15%, comercios; y 12%, escuelas.
El costo de los sismos de 2017 está por conocerse, en espera del censo que se levante para ubicar el total de construcciones dañadas y destruidas por completo, además de las afectaciones a vehículos y contenidos al interior de las viviendas. Sin embargo, en esta ocasión no solo fue Ciudad de México. Las autoridades de Puebla y Morelos también hablan de miles de propiedades afectadas.
Ahora, el gobierno mexicano busca dar tranquilidad en las labores de reconstrucción, pero hay mucho escepticismo. En la capital del país, aún hay cinturones de asentamientos con cientos de personas que quedaron a la espera de apoyo para una vivienda digna tras el terremoto de hace 32 años.
La cultura del aseguramiento no es algo de lo cual los mexicanos se sientan orgullosos. De acuerdo con la Asociación Mexicana de Instituciones de Seguros (AMIS), solo 8.6% contrata un seguro para su vivienda.
En el caso del sismo del 85, la pérdida reclamada fue de 400 mdd, y las pérdidas aseguradas de 325 mdd, apenas 8.1% del total de daños.
Para la contingencia de este año, AMIS cuenta con reservas técnicas de más de 1 billón de pesos, además del respaldo de las reaseguradoras nacionales e internacionales.
«Hay mucha gente que no tiene asegurada su vivienda de manera voluntaria, y los que sí han adquirido un seguro representan apenas 8% del total. La buena noticia es que muchas personas tienen créditos hipotecarios que llevan aparejado un seguro. En los créditos muy viejitos está asegurado el crédito, pero desde hace tiempo se asegura el valor de la vivienda. Un este caso, el seguro paga al banco el valor absoluto del crédito», asegura Luis Álvarez, director de Autos y Daños de la AMIS.
Ahora, tras el terremoto pasado, las aseguradoras esperan un repunte en la compra de pólizas por incendios, sismos, huracanes que dure un par de años. «Pero la gente no tiene mucha memoria y después decrece mucho», comenta.
Después del sismo del 1985, el porcentaje de personas que buscó un seguro para su hogar creció de 1 a 2%, pero al poco tiempo regresó a la normalidad.